(Francia / Canadá, 2008)
Director: Pascal Laugier.
Intérpretes: Morjana Alaoui, Mylène Jampanoï y Catherine
Bégin.
Cliente: Subtitula'm / Savinen
Pudo verse en: Semana de Cine Fantástico y de Terror deSan Sebastián 2008 / Festival de Cine de Las Palmas 2008 / Festival Internacionalde Cine de San Sebastián 2009
Esta entrada podría titularse: "¿No querías caldo?
Pues toma tres tazas (o cuatro)". Como de niño era un cagado, las pelis de
miedo me granjeaban noches en vela donde el mero hecho de levantarme para ir al
lavabo se convertía en una experiencia aterradora. Aun así, mostrando a edad
temprana mi tendencia a arrimarme a lo que no me conviene, cada vez que ponían
una en el cine del pueblo, allá que iba, solo o acompañado.
Con los
años, los miedos infantiles se fueron atemperando y pude seguir disfrutando del
género sin los daños colaterales: que los monstruos y asesinos de la pantalla
se me colaran en el bolsillo al salir del cine y estuvieran dándome la tabarra
durante semanas. Y a fuerza de ver vísceras y trepanaciones y sustos
morrocotudos, uno se va curtiendo y se cree que ya tiene una coraza para lo que
sea.
Y
entonces te toca pasar Martyrs recién desayunado a las 9.30 en el Teatro Principal
de Donosti, que ya da bastante miedo por sí solo, y no dejas la coraza perdida
de bilis y café con leche porque Shiva no quiere. No es que Martyrs sea una
película que dé mucho miedo, que también, a ratos. Es que es desagradable hasta
decir basta. Todo el rato.
Básicamente,
y sin destripar la historia, pecado aún más mortal si cabe en una peli de
terror, Martyrs trata de pobres chicas desvalidas en manos de exquisitos desalmados
que las someten a todo tipo de torturas por motivos supuestamente
trascendentales. Se lo hacen pasar mal. Pero mal, mal, mal. Y tú, ahí, de
convidado de piedra en el banquete de sangre matutino, con el dedito temblando
sobre el teclado y el cruasán atravesado en la glotis.
Pero
todo acaba, afortunadamente, y tras hora y media de gritos desgarrados, hostias
como panes en Dolby Surround y un rosario de tropelías inenarrables contra el
cuerpo humano, salen los créditos y dices: "Por fin. Espero no ver esta
salvajada nunca más". Pero te toca otro pase al día siguiente. Y cinco
meses después te vas al Festival de las Palmas y te la cascan en el maratón de
La Noche más Freak. Y vuelves a Donosti en septiembre y te la vuelves a topar en
el ciclo La Contraola: novísimo cine francés. Pues eso: si no querías caldo,
cuatro tazas. Para que luego digáis alguno y alguna que me lo paso en grande
con mi trabajo. De miedo. Me lo paso de miedo.